COMENTARIOS DEL MTRO. HECTOR FLORIT

Primero por supuesto el agradecimiento a la invitación, en primer lugar al Lic. Bonasso, a cada uno de los que integran el panel y a todos ustedes y hacer alguna advertencia previa: el tema de la minoridad lo tenemos visto, vivido y trabajado desde una óptica particular que es la escuela pública y es la situación de la niñez a partir de esa institución tan querida y tan señera pero nos resulta muy difícil hacer un comentario y un análisis de las ponencias de Emma o  de Sergio en tanto son ponencias con un rigor y con un conocimiento muy directo no desde el ámbito institucional de la escuela sino desde lo específico de la minoridad. 

Si nos vamos a atrever a incorporar a esta conversación la visión de la escuela, la visión de los maestros y de alguna forma podernos preguntar cómo en esta sociedad fuertemente segmentada y en crisis se articula a partir de ese sujeto de derecho niño y familia en situación de pobreza, las políticas orientadas hacia la minoridad y particularmente la minoridad en riesgo. Son 413.000 niños que entraron en marzo, yo creo que hoy hay unos cuantos más por un problema de traslado de la educación privada a la educación pública, cómo se articula la visión de esa institución que tiene como mandato social la educación del ciudadano y las destrezas básicas para todos los niños donde el síndrome del fracaso está asociado  por supuesto a esa población de riesgo pero donde la propia institución escuela pública también está jaqueada en sus funciones sociales.  Cuando hablo de jaqueo estoy pensando en una sociedad que se segmenta en políticas sociales que hoy reconocen su impotencia para afrontar la fragmentación social, estoy pensando en que hoy se discute como establecer programas sociales protegidos, es decir que desde el exterior se visualiza con mucha claridad el riesgo que tienen nuestros programas sociales de tener no solamente éxito sino incluso viabilidad en su consistencia y en su continuidad. Cuando hoy el Banco Mundial o el BID se sientan y dicen como sostener en tiempos de crisis las asignaciones familiares, INDA, escuelas de tiempo completo, Centros Caif, están de alguna forma recibiendo un cuestionamiento de los Organismos Internacionales sobre la sustentabilidad de lo que creo que es el eje  del debate de este ciclo que es el fortalecimiento y el éxito de las políticas sociales. Cuál es la situación de las familias cuando se apela a su responsabilidad pero simultáneamente se la devalúa en sus posibilidades, cuando más de una vez se discuten las políticas sociales y se restituye a los actores primarios, las familias y  las comunidades, de sus derechos y de sus responsabilidades, a veces nos preocupa si no hay políticas del Estado tan enérgicas y tan consistentes que habiliten efectivamente a ese actor primero a tener alguna alternativa de éxito en sus políticas.  

Nosotros quisiéramos muy rápidamente recordar que el lugar de la escuela, de la comunidad y de la familia en el Uruguay de comienzos de siglo y creo que hasta mediados  de siglo, quizás alguna década más, partían de una especie de contrato social implícito en el  cual cada una de las partes tenía un rol sacralizado y fuertemente legitimado, una escuela que enseñaba, un alumno que comprendía, una familia que sostenía, contenía y además fortalecía  las comprensiones generando  aprendizaje. El ejemplo para mí del deber domiciliario es el paradigma de eso  que el maestro enseñaba, el niño comprendía y terminaba de aprender con su familia a partir de esa ejercitación con un núcleo familiar consistente y estable, con una comunidad que se llame barrio o se llame pago se caracterizaba por tener una fuerte solidaridad y un grado de tolerancia a lo distinto, que hizo de la sociedad uruguaya una sociedad fuertemente integrada. Cuando hoy discutimos los fracasos que Sergio los enumeró sangrientamente sin ningún tipo de anestesia, lo que estamos revisando son los fracasos de una escuela donde queda en duda cual es la función  original y la función pertinente de esta institución, cuál es el significado y cual es la relevancia del aprendizaje en los contextos de pobreza.

La prueba de medición de resultados de aprendizaje en sexto año en el año 96 demostraron que en contextos muy desfavorables habían alcanzado las competencias mínimas en Idioma Español en lengua la tercera parte de los estudiantes, que las competencias mínimas en matemáticas era el logro del 16% de ese 20% de estudiantes de sexto que tienen un origen social más pobre. ¿Cuál es la percepción de las familias de estos aprendizajes?. Bueno, el trabajo de Zaffaroni, Alonso y Mieres es bastante claro, señala que en las familias más pobres el 58% de las familias entienden que sus hijos no tienen demasiados problemas, es decir que en tanto promedialmente entre el 75% y el 80% son fracasos en el aprendizaje independientemente después del resultado administrativo de repetición o de promoción en la visualización de esas familias la mayoría no tenía dificultades en su quehacer en la escuela. Según la visualización que creo que hoy está en el imaginario sobre el quehacer educativo es la escuela como una gestoría del servicio social, de prestaciones, de comedores, de roperos, de centros de atención de salud, de control de vacunas, etc., si nosotros hacemos memoria que es lo que a través de los medios masivos de comunicación aparece como más significativo hoy de la escuela es la campaña por el impuesto de primaria que habla de “para comerse el mundo”. Alguien que venga al Uruguay y prenda el televisor le va a quedar claro que en esa cosa que se llama escuela que tiene 2340 centros se come. 

¿Esto es percibido igualmente por la familia?. Si, yo creo que en algunos lugares sí. Cuando los padres eligen entre la 270 y la 251, entre la de Verdisol  y la de Lecoq, eligen en función de cual tiene comedor y cual no tiene comedor, entonces estamos ubicando una institución educativa en un rol claramente asistencial con una demanda social que muchas veces además espera claramente que se cumpla ese rol social. Creo que la tercer función que hoy está cuestionada en relación a la escuela es la rentabilidad educativa, efectivamente la escuela o la acreditación escolar genera puestos de trabajo o el ir a la escuela, no tanto el ir sino el inscribirse en la escuela, porque si un problema grave tiene la escuela uruguaya y creo que facilita el desenganche del sistema escolar es el ausentismo grave. Creo que es más importante como problema pedagógico y como problema social el ausentismo grave que la deserción certificada, el que no va más, creo que hay un proceso de desenganche progresivo con ausencias prolongadas. 

En esa ambigüedad de la función social, yo creo que muchas veces la escuela fracasa en ese sector más pobre de los niños, porque también tiene como contraparte de ese contrato social una familia donde se relativiza el valor del aprendizaje, donde se ironiza sobre el tema del “para qué sirve la escuela”. Pero maestro con lo que usted estudió, y fíjese el Cacho que no terminó la escuela y hoy tiene un puesto en tal o cual actividad y gana el doble que usted, aunque sea absolutamente informal. 

Finalmente me parece que la tercer pata es el tema de la comunidad, y el tema de la segmentación residencial, que mucha gente ha escrito sobre el tema. Pero que los maestros la vemos todos los días cara a cara, con una homogeneidad de escuela pobre para pobres y una escuela de clase media donde homogéneamente la población es de clase media y donde el capital social que se genera a partir de la interacción con niños provenientes de distintas familias, claramente se pierde en las escuelas de contexto de mayor pobreza. Creo que acá habría que desmistificar aquello de la solidaridad mecánica en términos sociológicos, de las ollas populares, o de los movimientos fuertemente solidarios en contextos de extrema pobreza porque, creo que en una dosis de realismo, esa solidaridad no es tan intensa y habitualmente tenemos en nuestras escuelas niños que no van porque se tienen que quedar en la casa, porque el día que salen de la casa, les roban en la casa, y se alternan los hermanitos de 5to y de 6to, para quedarse dentro de la casa, entonces el paradigma de la cooperación entre la escuela, la familia y la comunidad hoy aparece me parece fuertemente cuestionado, con una escuela que creo que mitiga la fragmentación social y creo que en términos de violencia, en términos de infracción, en términos de socialización, la escuela pública reduce, mitiga y en algunos casos rescata niños que provienen de situaciones tan dramáticas como las que nos relató Sergio. Nosotros trabajamos durante 14 o l5 años en la escuela de irregulares de conducta, muchos de los chicos que después fueron institucionalizados con medidas fueron alumnos nuestros, desde el recuerdo del pelado a otros, nos pesa a los maestros cada carita que no fuimos capaces de rescatar, pero también personalmente, nos alegra enormemente cada carita que se fue capaz de rescatar, desde el trabajo de la escuela pública. Cuál es el debe que creo que tiene la escuela, pero que fundamentalmente tiene la sociedad uruguaya, y es reformular ese contrato, volver a discutir en esta sociedad cual es el espacio y el lugar que tiene la familia, como se reconoce la pertinencia de la escuela pública como un eje articulador de políticas sociales. Con la mayor franqueza yo no creo que sea posible sustituir a la escuela pública por el presupuesto que tiene asignado, que no es que sea mucho en términos individuales, digo por la extensión, por la historia, por el peso social, por la red de infraestructura, por el personal, etc., creo que no es posible sustituir a la escuela pública como eje articulador de las políticas. 

Eso es parte de una re discusión de cual es, que es lo que se le puede pedir a la escuela pública, que es lo que la escuela pública puede pedirle a las otras instituciones, como se establecen políticas sociales focalizadas que no se superpongan. Yo tengo mamás de mi escuela que tienen una agenda de cada una de las instituciones de donde pueden sacar cada una de  las prestaciones desde la ropa, el comedor, la canasta, etc., y creo que muchas veces esto no promueve obviamente nada, más que el saber de que con cierta habilidad se puede trabajar entre nichos de políticas sociales que son superpuestas a veces, inconexas a veces en otras circunstancias y en general que promueven poco el protagonismo y la responsabilidad real de la familia en relación a los niños.

Como última reflexión, creo que estos espacios de intercambio que ojalá fueran más frecuentes, me parece que lo que están haciendo es demostrando  que en la sociedad uruguaya se está abriendo camino un tipo de  encuentro y de reflexión mucho menos sectorizado y mucho más transversal, mucho más horizontal, con invitaciones frecuentes, con participación de ONGs, con gente que desde ópticas distintas está pensando en la misma problemática, me parece que va a haber un momento en que estos esfuerzos múltiples y a veces dispersos van a tener que tener algún nivel de compresión y de formulación integral que se está demandando pero que además las urgencias  y el gurisito de 11 años nos interpela para no poderlos postergar mucho tiempo más.