Está
comprobado históricamente que la familia es una institución necesaria para
el desarrollo del individuo y la sociedad. La estructura y las funciones
familiares han variado, pero dos de ellas se siguen cumpliendo de manera
importante:
- Socialización: aprender las normas y valores de la sociedad
donde vivimos, con el fin de realizar el papel como adultos.
- Protección psico-afectiva: brindar el afecto y la seguridad
que necesitan las personas, fundamentalmente durante el primer septenio
de vida y que influye todo el ciclo evolutivo.
Algunas funciones que antes correspondían sólo a la Familia, ahora las
asumen y/o comparten otras instituciones, organismos estatales o privados:
actividades domésticas (lavanderías, alimentación), recreación (ocio y uso
del tiempo libre), cuidado de los niños, ancianos y enfermos. Las
viviendas familiares más pequeñas, generan la necesidad de espacios
lúdicos y recreativos fuera del hogar. Otras se cumplen con ajustes:
reproducción de la especie, sexualidad y genitalidad, económica
(coprovidencia).
La relación intrínseca entre familia y sociedad
establece una correspondencia mutua en los cambios de ambas:
necesariamente lo que influye en el contexto social, afecta al sistema
familiar y viceversa. El paso de la familia ampliada y extensa propia de
la sociedad preindustrial, a la nuclear surgida con el desarrollo del
capitalismo y la industrialización permitió el paso de la sociedad agraria
a la sociedad industrial, con transformaciones fundamentales que impactan
su estructura y su funcionamiento.
Los cambios estructurales y
funcionales, modifican las relaciones familiares: disminuye la tasa de
natalidad, aumenta la jefatura femenina, hay mayor participación de la
mujer en la educación y la productividad, pero dichos cambios no
suponen asumir posiciones más simétricas y equitativas entre los
géneros.
Iniciando el tercer milenio de la era cristiana, la
Familia Nuclear, clasificada entre las formas tradicionales, representa la
familia ideal divulgada por la religión católica.
Los altibajos en su
devenir la ubican no como una institución en vías de extinción, sino en
transición a otras formas organizativas.
Paradójicamente se afianza en algunas sectores sociales, a la vez que
emergen las Nuevas Tipologías, evidentes en el aumento de las familias
monoparentales, producto de los divorcios, separaciones y otras
alternativas erótico-afectivas, las familias simultáneas y las familias
homosexuales. La sociedad contemporánea está caracterizada por la
diversidad de opciones en la convivencia y esto exige adaptaciones.
Las voces más tradicionales y conservadoras de la sociedad, conciben
las nuevas formas de familia (simultánea, monoparental, homosexual) como
elementos que afectan negativamente al individuo y a la familia, en tanto
son más acentuadas las dificultades en la convivencia familiar y social,
el choque generacional, la agresividad , el conflicto y la falta de
identidad .
Es inevitable el paralelo entre la familia de ayer y la familia de hoy,
con cambios en las normas y el papel de cada uno de los miembros. La mujer
asume estos roles con más libertad e independencia, a la vez que sigue
cumpliendo sus funciones domésticas, ahora es también providente y con
frecuencia tiene que asumir la función del padre ausente y la autoridad
familiar.
La Familia de ahora, se caracteriza por tener menos miembros,
siendo ejercida la autoridad de diferentes maneras; los vínculos de pareja
son más inestables; hay más intercambios y movilidad de sus integrantes y
mayor expresividad de sentimientos. Los valores cambian: priman la
intolerancia, la individualidad, el dinero fácil y se visibiliza la
violencia doméstica; aumenta la educación sexual y los métodos de control
natal.
La Familia de ayer era numerosa, el padre ejercía la autoridad
de manera rígida y asumía el papel de proveedor económico. La madre se
encargaba de formar, atender al esposo-compañero e hijos, conciliar entre
ellos y establecer mecanismos de comunicación. Los valores tradicionales
eran: respeto, honradez, buenos modales, obediencia. No existían métodos
de control natal, pero si menos reportes de violencia doméstica y la
familia era más hermética a los hechos externos.
En la familia
actual coexisten lo tradicional y lo nuevo, ello establece la necesidad de
armonizar lo contemporáneo y lo clásico y equilibrar el cambio y el
conflicto inherentes.
La historia señala rupturas permanentes, de las cuales no escapa la
modernidad: por siglos la relación padres e hijos descansó en los lazos de
sangre, pero se ha dado un cambio trascendental, ya que en términos
funcionales el vínculo de consanguinidad es irrelevante. Es evidente una
apertura de mentalidades, pues la maternidad y la paternidad son más que
relaciones de sangre, expresado en la llegada de los hijos por vías
diferentes a la biológica: procreación asistida, adopción (crece el
porcentaje de padres/madres , con presencia significativa del género
masculino).
De igual manera las relaciones de pareja ya no son
heterosexuales, ni el cumplimiento de la función parento-filial es
consustancial a la convivencia de la díada conyugal.
En correspondencia, en el contexto coexisten diferente tipos de
familia: predomina la nuclear ampliada y extensa, pero emergen otras
formas: simultánea (superpuesta, reconstituida, ensamblada), monoparental,
homosexual. La familia en su polimorfismo sigue siendo un elemento
socializador importante, institución principal de la sociedad y para un
sector de la sociedad, un refugio y un sistema propiciador de paz, afecto
y protección. En oposición a su carácter de espacio de malestar, de
violencia, de inequidad generacional y de género.
FAMILIAS
SIMULTANEAS.
Las familias simultáneas interrumpen un ciclo; es una forma que
mezcla lo tradicional y lo moderno, en respuesta a las necesidades
históricas del momento. Como evento previo a la formación de esta
tipología, se da una ruptura de pareja, pues implica que uno o los dos
miembros de la díada, vienen de una unión disuelta. Este proceso conlleva
tres momentos:
- Tensión o crisis no resuelta: evidencia un motivo de separación
conyugal; la violencia y la infidelidad se registran como las causales
de ruptura más frecuentes, pero en el fondo subyacen otros conflictos no
tratados
- Separación o divorcio: es el acto de formalización legal o social de
la ruptura.
- Tiempo de duelo: aún con diferencias entre el hombre y la mujer,
existe dolor; por lo general el vínculo con otra persona basado en el
amor, causa desazón y culpa (la ruptura supone la presencia de faltas).
En la formación de dichas familias, se observan dos razones para
establecer las segundas o subsiguientes relaciones de parejas: económicas,
las mujeres buscan apoyo económico y afectivo; en los hombres la
dificultad de asumir nuevos papeles solos.
En términos de la formación
de la identidad y de los procesos de socialización, es importante que las
niñas cuyos padres/madres forman familias simultáneas, sostengan una
relación ajustada a la nueva dinámica, con el padre/madre biológica o las
sustitutas. El inicio de la familia simultánea conlleva dificultades: se
amplía la red familiar, hay movimientos continuos y presencia permanente
de variados y nuevos miembros familiares.
Esta tipología precisa una
noción diferente de la familia y el espacio físico; modificación de los
roles genéricos y aprender la coparentalidad biológica. Los avances
legislativos sobre Familia en Latinoamérica, promueven la configuración de
las organizaciones simultáneas, en razón del aumento del divorcio,
la legalización de las uniones de hecho y civiles y facilidades en los
procesos de adopción.
En el contexto del Género es relevante la importancia y crecimiento de
las jefaturas femeninas en esta dicha forma familiar. Las estadísticas
registran que más hombres asumen las familias simultáneas en una o mas
uniones sucesivas, es decir el género masculino reincide con mas
frecuencia en establecer vínculos de pareja, mientras que las mujeres
optan por establecer familias monoparentales, luego de disolver su antigua
relación conyugal.
La familia simultánea implica un aprendizaje en
nuevas formas de relaciones familiares: generacionales y de género.
FAMILIAS
MONOPARENTALES.
El proceso de monoparentalidad está dado por los procesos de
modernización e industrialización, que vincula laboralmente a la mujer y
le permite mantener a sus hijos y subsistir sin compañero. Su
reconocimiento social ha ido en aumento: antes era percibido por un sector
de la sociedad como un accidente producto de fallas morales en la mujer,
que era incapaz de mantener a su lado a un hombre; por el destino trágico
de la muerte o por la irreverencia (por lo general femenina), de decidir
su vida sin el acompañamiento de una compañera o esposa.
Esta
organización familiar es una realidad para las políticas sociales y los
modelos económicos: representan el 25% de las familias en el continente,
una de cada cuatro familias. Es más frecuente en la mujeres, pues apenas
el 2% de los hombres la asumen. Tiene una presencia histórica y ya es
reconocida socialmente.
Replantea nuevas formas, antes era denominada de manera inadecuada
familia incompleta, con la connotación valorativa de faltante, ahora se
empieza a entender que un grupo familiar puede funcionar aún sin la
presencia de todos sus miembros. Es identificada con jefatura
femenina, pero es diferente de ésta, ya que excluye las jefaturas
masculinas y otras formas familiares que también tienen jefatura femenina
(nuclear, extensa, simultánea). La mayoría de aquellas si son la base de
la familia monoparental. -1-
Como nueva realidad social la Familia Uniparental es importante porque:
- responde a una realidad concreta, una cuarta parte de las familias
latinas asumen esta forma.
- está ligada a condiciones deterioradas de vida.
- se relaciona con el Género (hay más mujeres encabezando estas
familias) y la clase (predomina en los estratos bajos). Las mujeres
ganan entre 30%-40% menos que los hombres y si la familia monoparental
depende de un solo ingreso y éste es el de la madre, por consiguiente
hay pobreza.
Esto implica que la familia debe resolver su reproducción básica
cotidiana utilizando sus recursos internos; en la mayoría de estas
familias, la mujer desempeña la función doméstica con un mínimo de ayuda y
sinfín de veces es la única providente. La Familia Monoparental crece por
desempleo masculino; aumento de viudez -2-, producto de la
violencia generalizada en varias regiones del continente; madresolterismo
en adolescentes; dificultad de la mujer con hijos de conformar nuevas
uniones o familias; por opción femenina, ya que su solvencia económica le
permite mantener a su descendencia sin la presencia masculina.
FAMILIAS
HOMOSEXUALES
Es una tendencia contemporánea la emergencia de esta organización
familiar, supone una relación estable entre dos personas del mismo sexo.
Los hijos llegan por intercambios heterosexuales de uno o ambos miembros
de la pareja, por adopción y/o procreación asistida.
El Parlamento Europeo define a la familia como una pareja establecida,
sin hacer alusión a su carácter hetero u homosexual. La propensión a
aceptar social, jurídica y legalmente la convivencia monosexual, avanza en
el siglo XXI, ello exige redefinir la identidad de género propia de estas
familias, más allá del planteamiento moralista de la ausencia de uno de
los elementos: masculino o femenino, o de su mal llamado carácter
perverso.
No deja de ser un fenómeno citadino, concentrado en los estratos altos
y medios de la sociedad. Compromete la Perspectiva de Género, en tanto se
extiende en parejas de ambos sexos: trasciende la tolerancia social hacia
las parejas femeninas y la estigmatización de las díadas masculinas.
Independiente de la posición ética o moralizadora frente a esta
modalidad familiar, es un hecho que supone el cumplimiento de las
funciones básicas de la familia y asignación de responsabilidades entre
sus miembros, al igual que en las otras tipologías. -3-
Las Familias y/o parejas homosexuales son una realidad innegable
para los profesionales del desarrollo humano, que tiende a consolidarse
para el próximo siglo. La decisión de un abordaje ético de estas nuevas
modalidades, debe ser asumida o no, según el sistema de valores personales
y profesionales, en correspondencia con el paradigma moderno de la
tolerancia y el respeto a la diversidad.
- Impacto socio-económico en la Perspectiva de Género y la Familia
del siglo XXI.
Los procesos económicos de la globalización
afectan directamente la noción de Género. Asunto recientemente
estudiado, con énfasis en el impacto laboral y socio-familiar de la
vinculación femenina al sector productivo e informal de la economía.
La mujer ha asumido el papel de coprovidente o providente única (el
caso de las jefaturas femeninas), en razón de la disminución del poder
adquisitivo que exige a los dos miembros de la pareja conyugal y en
muchas ocasiones a otros integrantes de la familia a trabajar para
garantizar ciertos niveles en la calidad de vida. La autovalidación
económica de la mujer está asociada al cumplimiento de realizaciones
personales y profesionales, que no siempre corresponde a un
reconocimiento salarial equitativo.
La vinculación de la mujer al
mercado laboral, es favorecida porque al tener mayor preparación
educativa puede acceder a otros empleos diferentes a los que ha tenido
tradicionalmente (oficios varios, manualidades, maestras, secretarias),
aunque sigue estando en desventaja salarial. Ello no es condición para
que asuma ideológicamente una concepción igualitaria de género o un
posicionamiento diferente frente a la jerarquía y autoridad masculina.
A nivel cultural resalta el cambio ideológico y el avance social de
la mujer; en razón de que cuando empieza a ser proveedora económica del
hogar, gana en independencia, seguridad y autoridad, pero este proceso
no conduce a la igualdad en las relaciones de género (entre hombre y
mujer), pues continua la recarga funcional en ella, a través de las
obligaciones domésticas y productivas.
"El aumento de la tasa de
participación femenina ha sido impulsado como consecuencia de la
tendencia estructural a largo plazo que se expresa en una creciente
participación de la mujer en todos los ámbitos de la vida social, lo que
también se asocia de manera coyuntural, con la necesidad de contribuir
al ingreso familiar, especialmente entre mujeres más pobres, las que han
visto reducidos sus ingresos familiares y que además tienen tasas de
participación económica más bajas.
El desempleo además, tiende a ser mayor entre las mujeres, los
jóvenes y las personas de mayores ingresos. Según información del
Panorama Social de la CEPAL, la tasa de desocupación de la población
activa entre 15 y 24 años representa más de la mitad del desempleo total
en las zonas urbanas de América Latina (CEPAL, 1999).
La relación entre ingresos medios masculinos y femeninos continúa
siendo desfavorable para las mujeres, ya que éstas ganan en promedio
alrededor de 30% a 40% menos que los hombres y el aumento en la
participación laboral femenina ha ocurrido en ocupaciones más informales
y de menores ingresos.
Se ha calculado que las mujeres requieren
cuatro años adicionales de instrucción formal para percibir los mismos
ingresos que los varones (CEPAL, 1993). El aumento de la participación
laboral femenina significa una enorme recarga para ellas puesto que
deben asumir además de su trabajo en el mercado, el trabajo doméstico el
cual aún se les asigna casi en su totalidad."
Pese al mejoramiento
relativo en las tasas de crecimiento y al aumento de la participación
económica femenina, no se logra modificar la persistente desigualdad de
ingresos en América Latina.
A manera de resumen, se resaltan los cambios sociales culturales y
económicos que influyen la dinámica familiar:
- La incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral, esto
modifica los patrones habituales de asignación y cumplimiento de los
papeles.
- Aumento del número de aportantes económicos a la pervivencia,
reduciéndose el sistema de un único proveedor.
- La aparición de nuevos arreglos familiares. Sobresale que cerca de
un cuarto de las familias son de jefatura femenina, han crecido entre
1990 y 1997 en todos los países del continente, variando de 18% a 37%.
- Las Familias Nucleares continúan siendo predominantes en América
Latina y fluctúan entre 53% (República Dominicana) y 71% (México del
total de familias). (Arriagada, 1999)
En suma, los cambios tanto de estructura y funcionamiento de las
familias traen cambios importantes en las relaciones internas,
redefinición de roles conyugales (principio de igualdad) que se
relaciona con el aporte económico que realizan al hogar mujeres e hijos,
nuevas relaciones paterno-filiales (aumento de los derechos de los
niños, pérdida de importancia de las relaciones de jerarquía y de
sumisión) y de fratría (caída de hermanos a futuro) y procesos de
individuación (afirmación del derecho individual por sobre el familiar,
énfasis en la realización personal por sobre los intereses familiares)
(Rico, Ana 1993)
Lo susodicho refleja algunas de las complejidades de la familia
actual:
- Intereses de los miembros de la familia heterogéneos y en algunos
casos opuestos (violencia familiar), jerarquía al interior del hogar
(parejas de doble carrera, uso del tiempo libre)
- Asincronías entre ciclo de vida familiar y personal (inserción
laboral y educacional). Dificultades para redistribuir funciones al
interior del hogar.
- Coexistencia de diversos mitos que interfieren en el adecuado
diseño de políticas hacia la familia: el mito de la familia nuclear,
el mito de la familia armónica y funcional basado en el mito del
aportante único al hogar.
En consonancia el Estado debe
garantizar todos los derechos de la familia, en especial el de
ciudadanía y dignidad de sus miembros. Corresponde al Estado, la
sociedad y la familia proteger y respetar mancomunadamente las
especificidades familiares y de sus integrantes.
Esto es propender
por la Igualdad de derechos y deberes entre hombres y mujeres en el
desempeño de sus papeles y responsabilidades familiares. Reafirmando la
importancia de los papeles y funciones del adulto como proveedor de la
familia evitando que niños y adolescentes asuman dichas
obligaciones.
FAMILIAS CON
JEFATURA FEMENINA.
Uno de los enfoques teóricos plantea que la jefatura corresponde a
las mujeres solas, encargadas de las funciones instrumentales,
psicoafectivas y económicas de su grupo familiar y en este sentido las
familias con jefatura femenina son sinónimo de las familias
monoparentales o uniparentales.
Otra propuesta conceptual anota
que la cabeza de hogar femenina puede tener un vínculo estable de
pareja y por lo tanto convivencia con su esposo o compañero
-4-. Esto quiere decir que atendiendo la realidad occidental
las jefaturas femeninas o masculinas, se presentan tanto en las familias
tradicionales como en las nuevas tipologías.
Las características de las familias monoparentales con jefatura
femenina corresponden a nuevas realidades económicas, de género y de
orden público; sobresale su bajo nivel económico; prevalecen los padres
ausentes o que nunca existieron más allá del acto biológico de la
reproducción, sea cual fuere la condición en que ocurrió la concepción
(violación, relación genital casual, medios artificiales o de
laboratorio).
"Se sostiene que la jefatura femenina de los hogares aumenta por las
tendencias económicas en general y por la pobreza que obliga a las mujeres
a buscar ingresos propios, que les dan mayor autonomía, y también por
condiciones demográficas, sociales y culturales como migraciones, viudez,
rupturas matrimoniales y fecundidad adolescente (Buvinic, 1991).
Las familias con jefatura femenina suelen estar constituidas, en
proporción importante, por madres solteras o separadas, que conforman uno
de los grupos de mujeres más vulnerables de la región [Caribe], por cuanto
viven con mayores dificultades su maternidad. Entre ellas destaca a su vez
el grupo de las madres adolescentes, que ha aumentado y que suma la
extrema juventud y la pobreza a la fragilidad de la jefatura del hogar
(Buvinic y Rao Gupta, 1997).
La indigencia es más frecuente en los hogares con jefatura femenina
porque éstos suelen incluir más dependientes, porque los salarios que
reciben las mujeres en el mercado de trabajo son más bajos y porque éstas
cumplen a la vez funciones económicas y domésticas, lo cual limita la
posibilidad de elección de empleo (que debe compatibilizarse con el
cuidado de los hijos)."
Sin embargo, la jefatura del hogar puede
mirarse también como una opción para las mujeres más educadas y con
mayores recursos, puesto que los hogares con jefatura femenina en su
mayoría no son pobres y son los que han aumentado más en las últimas
décadas. De esta forma, hay una gran variedad de situaciones en el estado
civil de las jefas de hogar según el nivel de desarrollo económico y
social y de transición demográfica de los países, así como situaciones más
coyunturales de migración o de conflicto armado" (Arriagada, 1998).
Datos de la CEPAL, señalan que "La pobreza relativa disminuye pero se
mantiene la magnitud de pobres absolutos y los hogares de jefatura
femenina aún cuando en su mayoría no son pobres, están sobrerrepresentados
entre los hogares indigentes.
"Hallazgos recientes en la ciudad de Medellín (Colombia) ilustran
algunas de las afirmaciones anteriores:
"De acuerdo con la teoría sobre jefatura, no se perciben ni son
percibidas [40 mujeres jefas de hogar] por sus parientes como "Jefas",
sólo se ciñen a sus roles habituales de madres, amas de casa, esposas que
de igual manera los pueden desempeñar otras mujeres. Si se nota una
aproximación a la identificación con dicha connotación desde el referente
económico, ya que aportan el 50% o más del ingreso familiar, aunque
algunas no alcanzan a dimensionar el valor del mismo en términos
monetarios "
"No se evidencian unas precarias condiciones de vivienda definidas por
la categoría de Jefa de Hogar. Aún así, se sustentan niveles de pobreza y
una situación económica determinada única y exclusivamente para la
satisfacción de las necesidades básicas y la sobrevivencia de la familia"
(Alarcón el alt, 1998)
VIOLENCIA
FAMILIAR.
Como un fenómeno trascendental en el ámbito familiar moderno, no
puede dejar de mencionarse la Violencia Familiar que sale al espacio
público, favorecida por los cambios ya reseñados y la legislación que
aspira a proteger a la familia como un todo y a cada uno de sus miembros.
La familia ya no es sólo un lugar de bienestar, sino también un
espacio de desencuentros, de desafectos, de malestar que da lugar a la
violencia en sus diversas manifestaciones. La desmentida división entre lo
público y lo privado permite que se visibilice este fenómeno que tiene
presencia histórica y que por su etiología afecta los miembros mas
vulnerables de la familia: mujeres, ancianos, niños y discapacitados.
Una característica fundamental de la presente década, es que el Estado
entra a legislar desde lo público sobre la esfera de lo doméstico. Su
máxima expresión es la violencia familiar como un asunto que trasciende su
proverbial espacio íntimo para acceder a procedimientos normativos, según
lo enunciado en las legislaciones sobre el asunto.
La Violencia
Familiar o doméstica no es un fenómeno societario nuevo, lo original es la
toma de conciencia de los derechos ciudadanos, tanto en el ámbito privado
como público, que conlleva la denuncia de este hecho como transgresión.
Esta violencia se constituye como tal sólo cuando sale a la luz pública,
de lo contrario es asunto interno y no compete sino a los miembros de la
familia. Tradicionalmente, esa es la esfera en que ha sido tratada en los
diversos sistemas sociales. Una mirada sociojurídica del fenómeno permite
resaltar que
"Comparado con el ayer patriarcal, la mujer acepta menos el maltrato
que en el pasado y lo denuncia ante la justicia, quizás por su mejor
capacitación y porque es autoválida económica y apoyada en ello, busca la
separación, casi en igual proporción que el hombre." (Gutiérrez Pineda,
1998)
Expresado en términos sociales, es entender la Violencia Familiar como
el resultado del establecimiento de relaciones de desigualdad entre
diversos, con ejercicio del poder y el desconocimiento de la diversidad.
Su evolución la sitúa en una perspectiva de género donde la mujer
también asume el papel de agresora contra el hombre y esto empieza a ser
un fenómeno socio-jurídico que impacta las transacciones intrafamiliares.
El paradigma moderno conecta la Violencia Familiar con la Violencia
Social y esto permite una mirada integral del fenómeno, que analice y
aprehenda su complejidad tanto en los programas de atención como de
prevención, comprometiendo a todos los actores involucrados: estado,
familia, individuos, sociedad civil, instituciones.
NOTAS
- -1- efatura femenina no es sinónimo de Familia
monoparental, como popularmente se cree. El término jurídico es
cabeza de familia .
- -2- Concepto que recién empieza a acuñarse en Colombia
como la sobremortalidad masculina..
- -3- Varios países legislan amparando estas uniones:
Dinamarca, Noruega, Suecia, Suiza, Islandia y Holanda; otras regiones
del mundo las han registrado: el ayuntamiento de Vitoria en España y el
estado de Hawai-EEUU, un estado del Brasil, pero sin efectos nacionales.
Algunos parlamentos las discuten: Finlandia, Bélgica, República Checa y
EE.UU. Colombia avanza en la discusión sobre la pareja monosexual, desde
la Corte Constitucional y otras instancias, obligando a la reflexión del
tema.
- -4- Es pertinente hacer la extrapolación a los
hombres, en reconocimiento al auge de las familias uniparentales con
jefatura masculina.
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